miércoles, 22 de junio de 2022

ERA UNA NIÑA QUE SE ENFRENTÓ A LA MUERTE


La niña llevaba colgada en la rama del árbol seis horas,
desde la medianoche hasta la aurora
cuando no pudo más y lloró, pero ningún vecino
salía por miedo a las balas hasta que se hizo de día.
Aquella noche se vieron en las sombras siete hombres
que a paso siniestro a una casa humilde se dirigían
en barrio grande y populoso. Iban a matar a otros,
todos jóvenes y un par de niños, unos ocho, que allí vivían.
Las ráfagas de las ametralladoras rompieron el silencio
y los gritos se oyeron lejos, hasta que vino una triste calma
y los cadáveres quedaron en el suelo y en una cama.

Cuando llegué ya unas monjas franciscanas estaban en la casa
y las autoridades examinaban el lugar de cruel desgracia,
y lo impactante fue descubrir una bebé viva debajo de 
dos muertos envuelta entre las sábanas y que milagrosamente 
no lloró cuando los monstruos asaltaban y mataban con rabia 
al resto. Era linda con sus ojos grandes y bellos,
como una perla cubierta de sangre y que reposaba
en los brazos de la monja que con ternura la besaba.
A esas dos niñas las cuidamos y escondimos
después de llevarlas al hospital y conseguimos
por medio de una señora que yo tanto admiro
que fueran adoptadas por ella y en otro lado están.

¿Y qué pasó? Hay posibles causas.
Sé que el odio entre las pandillas es muy notorio,
conflictos entre las grandes y también las pequeñas,
y todo por asunto de control de territorios,
negocios ilegales, venganzas, y por eso las matanzas.
Ser de una pandilla o de la otra es causa más que suficiente
para enfrentarse a tiros con otros. Me duele tanta crueldad.
Yo luché tanto por la paz entre las dos más grandes
y aunque se logró un acuerdo e intento de reconciliación
de las pandillas con el gobierno y la sociedad,
nada de esto prosperó por falta de apoyos, eso es verdad.

Me duele lo que les pasa a los niños en el mundo en que viven,
porque siempre son los que sufren el pecado de los mayores,
los que mueren víctimas del bombardeo de los aviones
en Siria, Afganistán, o en las dos grandes guerras mundiales,
en el medioevo sitiando ciudades y a punta de cañones
atacando a sus pobladores derribando sus torreones
matando a sangre y fuego a mujeres, y niños, ¡qué crueldades!

Hoy la injusticia los margina y los hunde en la pobreza extrema,
desnutridos y sin educación viven como almas en pena.
Los Herodes se asoman en la historia con sus cuchillas
para degollar y destrozar a estas criaturas indefensas,
dejando una estela de sangre en esta demoníaca escena
que se repite siglo tras siglo en el trágico teatro de la vida.
Fuente: Libro CLAMOR ENTRE LLAMAS
Autor: Monseñor Romulo Emiliani c.m.f.

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