miércoles, 20 de febrero de 2019

CADA DÍA ES AÑO NUEVO


Sí, cada día es nuevo, único, irrepetible, grandioso y clave en nuestro desarrollo personal, aunque algunos estén envueltos en la penumbra de lo cotidiano y rutinario. Esos que aparecen como aburridos y sin “luces” pueden engañarnos. Detrás de esa neblina que esconde la espesura y el verde del bosque, hay toda una belleza radiante de la naturaleza. La prueba es que cuando el sol comienza a vencer la niebla y aparecen los diversos matices del color verde y la frondosidad de los árboles, quedamos maravillados de la hermosura de la vegetación brillando en su esplendor. Deberíamos celebrar cada día con la misma esperanza con que nos enfrentamos al nuevo año. Detrás del grisáceo tono de la monotonía puede aparecer una luz que nos irradie el alma y toque lo profundo del ser. Puede ser en la meditación y oración, o en el encuentro con alguien, o a raíz de algún acontecimiento concreto. Porque cada día tiene su riqueza, su sabor especial, su razón de ser. Y cada día va tejiendo una vida entera, dándole su valor y hondura y es terreno fértil para crecer, aún en lo tedioso que puedan suponer ciertos momentos del mismo.

Está bien que celebremos y tengamos puestas nuestras esperanzas en el año que comienza cuando la tierra completa su vuelta al sol. En verdad que el “astro rey” tiene en sus manos parte del porqué estamos vivos: sus rayos hacen el planeta habitable, si no moriríamos congelados, además de otras funciones naturales. Pero también cada día es como un año nuevo, porque cumples un ciclo de 24 horas, el que da la tierra alrededor de sí misma, donde duermes y te despiertas, trabajas y descansas, terminas una labor y la vuelves a empezar. Y “cada día tiene su afán”, dice Jesús, porque reúne en si lo necesario para vivir en plenitud lo que te hace persona: tu relación con Dios, con los demás, con la naturaleza y contigo mismo.

Por lo tanto, al levantarte por la mañana da gracias a Dios de que estás vivo y con otra oportunidad para elevar tu conciencia, amar, servir, perdonar, ser perdonado, compartir tu vida con otros, ayudar a que este mundo mejore. Aprovecha ese día que comienza y ponte un plan de realización de prioridades y a cumplirlas en lo posible. Recuerda además que es un día más de vida y uno menos, por lo que debes vivirlo en plenitud. Son horas y minutos que van pasando y no vuelven más, por los que hay que sacar provecho de ese tiempo que Dios te regala. Y no te olvides de que con Dios eres invencible.

por Monseñor Romulo Emiliani C.M.F.

UNOS CUANTOS CONSEJOS.


No llores por la leche derramada, si lo que se perdió no se puede
recuperar, porque hay que olvidar lo que ya no tiene remedio y seguir
adelante, porque la vida es bella mientras esté Dios. No estés mirando
siempre para atrás, lamentándote por lo que ya desapareció, echando la
culpa siempre a terceros de aquello que ya no está, porque te amargas el
resto de tu vida y se te escapan las mil nuevas oportunidades para
realizarte de una manera mejor. No es cuestión de tener mucho, o de
acumular fortunas, sino con lo que tienes buscar ser tú una persona más
plena y capaz.

Hay toda una vida por delante, con muchas cosas que realizar, y ya sabes,
se cierra una puerta y otra se abre mejor. Al mal tiempo buena cara y si
llueve, aprende a danzar con la lluvia, y a usar un mejor paraguas porque
la tormenta por tu cuenta no la podrás parar. Aprende a aceptar lo que
no puedas controlar como inevitable y a manejar lo que puedas influir con
tu persona y herramientas particulares. Estas son tu inteligencia,
voluntad, sentimientos, emociones, cultura, educación, fe y tu capacidad
para buscar esa armonía interior necesaria.

Vive tu presente, porque ahí encontrarás la serenidad necesaria, la paz
mental para ver mejor las cosas. Mira el futuro con optimismo y por
supuesto con gran fe. Estás en manos de Dios. No permitas que los
fantasmas mentales te invadan el cerebro y creen películas de terror y te
paralicen con miedos. Ya sabes ese dicho antiguo pagano: “cuando los
dioses quieren destruirte, te enloquecen”. Los miedos provocan zozobras
mentales y emocionales.

Trata de ver siempre en cualquier cosa lo positivo. De todo mal se puede
sacar algo bueno y Dios todo lo hace y permite para bien de aquellos a los
que él ama. Busca los buenos consejos y para eso intenta rodearte de
personas sabias, prudentes, y positivas. Si no tienes más remedio de
convivir con alguien negativo, intenta que no influya negativamente en ti,
sino más bien sé tú el que lo ayudes a ver la vida de manera positiva. No
te canses de hacer el bien y sin mirar a quien. Conserva la humildad para
seguir aprendiendo de todos y de todo. Echa fuera toda soberbia y
orgullo.

Recuerda que sólo se vive una sola vez y luego la eternidad. Por eso
valora todos los días de tu vida, aprovechando todo momento para hacer
el bien. No pierdas tontamente el tiempo porque es oro y cuando se fue
no vuelve más. Y no te olvides que con Dios eres invencible.

por Monseñor Rómulo Emiliani c.m.f.

JOSÉ EDUARDO Y SU HIJO

Había intenso sol y el ambiente pesado en esa ciudad industrial y en un banco mucho movimiento y un ser malo y astuto vigilaba a dos hombres...