domingo, 14 de agosto de 2022

NO SEA UN TÍTERE DE NADIE



Una de las cosas que hacen los poderes del mundo y desde siempre es el de manipular a las personas para conseguir sus objetivos. Para eso usan la información tergiversada, generalmente para difamar o desprestigiar al enemigo, presentándolo como un monstruo, un peligro o amenaza para los demás. La información basada en la mentira siempre sugiere o afirma que lo que presenta el poder de turno es lo mejor. Que no hay otro mundo posible del que presenta quien tiene el poder. Confundir, tapar la realidad, presentar un mundo ficticio, impedir se descubran las cosas han sido técnicas de siempre.


Otra forma de manipular es a través del miedo. Creando inseguridad en cuanto a la libertad, pérdida de bienes o de la vida, el poder convertido en dictadura siempre está amenazando de muchas maneras, haciendo ver que tienen toda la capacidad para hundir, destruir a cualquiera. Hacen creer que conocen todo de los demás y que pueden acusar a cualquiera y condenarlo por conspiración o sublevación.


También otra forma de manipulación es llenar de bienes y privilegios a los que son serviles a un régimen dictatorial o inclusive a cualquier gobierno de turno. Esto prácticamente consiste en comprar conciencias para beneficio del que tiene el poder.


En el mundo hay poderes transnacionales que manejan información y bienes para manipular, ya sea para mantener una postura ideológica frente a algo, ya sea para consumir productos de manera casi irracional, o para cultivar miedos que impidan cambios. En el fondo tienden a uniformar mentalmente y en comportamientos a la humanidad.


Ante todo esto, veamos a Jesús. Nunca se dejó manipular por nadie. No cultivó miedos. Buscó la verdad siempre. Bueno, él era la verdad. No se dejó acomplejar por nadie. Nunca bajó la cabeza ante nadie. Ningún poder del mundo le hizo doblegar. Tenía a Dios padre como su Señor y al Reino como su meta en la tierra. Su misión era servir, salvar, hacernos hijos de Dios. Fue siempre libre ante los poderes reinantes. Vivió pobremente, sin apegos a nada ni a nadie. Se retiraba todos los días a orar, meditar, pensar. Buscaba el silencio. Mantenía su vida interior plena. Por eso su criterio era verdadero, objetivo, sereno, profundo, auténtico. Y compartía con sus amigos la verdad y los escuchaba. Sabía analizar los poderes del momento y ver en profundidad sus mentiras y malas intenciones.


Si lográramos imitar a Jesús en todo eso, nos permitiría no ser títeres de nadie. No dejaríamos se nos usara como instrumentos serviles para que otros consigan sus fines. Seríamos libres con un juicio crítico y sólido, capaces de generar respuestas a los problemas reales. Seríamos personas auténticas, gente pensante.


Monseñor Rómulo Emiliani c.m.f.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

JOSÉ EDUARDO Y SU HIJO

Había intenso sol y el ambiente pesado en esa ciudad industrial y en un banco mucho movimiento y un ser malo y astuto vigilaba a dos hombres...