Señor, me he dado cuenta de que no estoy solo. Desde que me levanto comprendo que mi conexión con las personas se remonta más allá de mi espacio y tiempo. La cama que arreglo tiene sábanas hechas por muchas manos de gente pobre asalariada de Indonesia. Y el tejido viene de lana de ovejas de Australia. Y que la ropa que tengo está hecha en Honduras con material que mandaron de Estados Unidos y que al rezar en la capilla me siento en bancos de madera de montañas españolas y que las manos que los tallaron son de hace tres siglos, de vascos de vieja estirpe. Y que al desayunar el café que tomo fue sembrado y cosechado por campesinos colombianos, trasladado en barcos holandeses que pasaron por el canal de Panamá y que el pan nació del trigo de pueblos de Castilla y allí molido y traído en camiones valencianos. El libro que estoy leyendo fue confeccionado en China, su autor es alemán y el traductor argentino. Estamos en un mundo inter relacionado.
Señor, y yo mismo vengo de un hombre y una mujer que a su vez vienen de Europa y América, y que de niño hasta hoy he sido educado por maestros de varias naciones y que si aquí estoy es porque vivo de la influencia de costumbres, tradiciones del país donde nací y ahora recibo la cultura del país donde resido. Y que si voy más atrás me veré comunicado por mis células a una cadena humana que lleva hasta el inicio de la creación del ser humano. Y más allá todavía conectado con la naturaleza, desde la primera gran explosión, que se extiende por la tierra hasta el confín del universo. No estoy solo.Vengo desde muy lejos y más allá de todo esto están las manos creadoras tuyas que hicieron lo que hay y lo sostiene.
Pero no solamente porque me hiciste estás presente, sino porque tú estás detrás de todas las personas que he mencionado, y de los alimentos que consumo y del aire que respiro. Tú estás en todo y todo vive gracias a ti. Porque eres Padre creador, Verbo encarnado y Espíritu Santo, tu presencia se siente en todo lo que me rodea, por lo que todo tiene un sentido, un por qué y tiene algo de sagrado. Por tanto todo lo que existe merece nuestro respeto, ya que vives en todo. No podemos agredir la naturaleza y menos al ser humano, porque profanamos tu presencia y nos convertimos en tus torturadores. Señor, ayúdame a vencer mi ignorancia, tomar conciencia de que tú estás en todo, en mí y que yo no estoy solo. Amén.
Monseñor Romulo Emiliani c.m.f.
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