sábado, 9 de abril de 2022

¿QUÉ VIÓ JESÚS CUANDO VINO?



¿Qué cómo encontró el Señor al mundo cuando vino? Lo vio con las mismas tendencias pecaminosas de hoy. Un afán por tener y poseer de todo y pasando por encima a los demás. Por eso las guerras para ampliar territorios conquistados. Luchas intestinas para lograr el poder. Pelear para ser el primero. Destacar por encima de todo. Un emperador era un semi dios. Una vanidad terrible que hacía llenarse las cortes de los imperios de una gran fastuosidad. Los lujos más impresionantes; joyas, vestidos y toda clase de adornos. Construcciones palaciegas las más grandes. Un desprecio por la vida, por lo que se justificaban todos los crímenes, sea por los dioses, por la seguridad de los imperios, por defender el honor supuestamente ultrajado, o porque impedían la expansión del poder. La vida no valía nada. Un crear, inventar divinidades que bendecían los imperios, que actuaban en favor de los reyes y emperadores. Una tendencia a sacralizar lugares como centros de manifestaciones de las divinidades y ocupados y protegidos por personas supuestamente escogidas para administrarlos. Un creer que la propia nación o reino era superior a las otras, inclusive creyendo que las divinidades las escogían como pueblos privilegiados. Un afán de venganza que justificaba toda clase de atropellos para saciar el odio contenido. Una tendencia muy pronunciada a callar la voz de la conciencia, del Espíritu que se manifiesta en todas partes y culturas, que recordaba que la vida es sagrada, que somos simples seres mortales, que todo pasa y nada queda, que la muerte llega, que hay que respetar los derechos de los demás, que hay que ser solidarios, misericordiosos, no acaparar lo que pertenece a otro. Que la paz es un gran valor.


Todo esto está escrito en nuestros corazones, porque fuimos creados por Dios. Desde nuestros primeros padres hay una ley impresa en nuestros corazones que es la del amor, porque estamos hechos a imagen y semejanza del Señor. Jesús se encuentra con este drama y comienza a evangelizar. Todo el Evangelio contiene las respuestas a los desórdenes humanos. Lo vemos en las Bienaventuranzas, el Padre nuestro, las parábolas, los múltiples consejos y mandatos que da. En su forma de vivir y actuar. En las curaciones y exorcismos. En la manera en que sufre el suplicio del juicio injusto, las torturas y en su pasión y muerte en Cruz. Toda su vida desde que nace en Belén hasta que muere y resucita es un mensaje para curar nuestras

enfermedades del alma.


Por eso el camino es de la imitación de Cristo, tanto en sus actitudes y comportamientos, y en el seguimiento de sus mandatos. Hacerlo es asegurarnos seguir el sendero de la salvación.

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