miércoles, 11 de agosto de 2021

LA PASIÓN DEL MUNDO.


Hay que estar ciegos para no ver cómo hay una herida en el corazón del mundo, donde todo oscila entre tragedias y miserias. El hambre sigue reinando en grandes mayorías de la humanidad. El primer mundo reduce sus índices de natalidad y cae en el más aberrante relativismo, consumismo y secularismo. Dios no existe para muchos en los países más adelantados económicamente. Emergen nuevos dioses como la tecnología, sumados al dinero, poder y placer. En el tercer mundo la desnutrición, el desempleo, la ignorancia tienen también el ingrediente de la violencia. Y en todas partes las terribles adicciones. Y luego sigue la guerra de las ideologías, y la competencia de los imperios económicos para ver quién abarca más mercados.

Nosotros creemos que el vacío de Dios causa las grandes desgracias de la humanidad. Porque Dios es amor absoluto, infinito, pleno, y si vivimos en Él inmediatamente la solidaridad, la compasión y misericordia actúan, y los seres humanos solucionan muchos de sus problemas. Lo vemos en los santos fundadores de órdenes y congregaciones religiosas. Todas esas comunidades que nacen de la inspiración de esos santos, intentan solucionar un problema grande de la humanidad. Por eso los hospitales, leprosorios, atención a los presos, a los dementes, niños abandonados, desnutridos, ancianos y otros son fruto del amor de Dios en hombres y mujeres religiosos. Y en el mundo de los laicos igual: vemos fundaciones dedicadas a diversas dolencias humanas, y personas voluntarias trabajando con ahínco, con pasión a aliviar el dolor de la gente. Todas esas fundaciones trabajan generalmente con pocos recursos y hacen tanto bien. También hay laicos trabajando en la política, la economía, la docencia, y en muchas entidades que hacen las cosas bien porque viven el amor de Dios. Esa es la clave de todo.

Pero para que el mundo se alivie de su terrible pasión, y recordemos que Jesús vive la pasión del mundo y él está colgado en las cruces de la pobreza extrema, el hambre, el desempleo, la desnutrición, las adicciones y otras, tenemos que seguir evangelizando a tiempo y a destiempo. Y orar en todo momento. Y seguir nosotros nuestro proceso de conversión. La pasión de Cristo continúa mientras haya personas drogándose, hambrientas, sin educación, sin empleo, asesinadas, presas, abandonadas, explotadas. Por eso elevemos nuestra oración al Cristo crucificado: “Señor, contemplamos tus llagas hoy que son las del mundo sufriente. Te vemos colgado en el madero junto a millones de personas que sufren el mal provocado por el pecado. Te pedimos perdón por haber sido cómplices de eso. Ayúdanos para aliviar el dolor del mundo, que es tu dolor. No permitas nunca que seamos indiferentes a este drama. amén.”

Monseñor Rómulo Emiliani c.m.f.

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