viernes, 28 de mayo de 2021

¿JESÚS, POR QUÉ NACISTE ALLÍ?


¿Por qué naciste allí? Si Dios tiene todo el poder y la gloria y muchos cristianos proclaman que no nacimos para ser pobres, sino que la prosperidad es señal de bendición, de que Dios está contigo, ¿por qué naciste pobre y casi miserable? Una cueva fue tu casa, en una noche fría, y tu madre campesina con José, quien te adoptó, tuvieron que limpiarla apresurados, porque pronto nacerías. Y sabemos hoy día lo que son las bacterias, que hasta en los mejores hospitales se llevan vidas, y ese lugar, morada propia de animales y forajidos, hasta de leprosos y otros transeúntes, no era sitio para nacer y reposar un niño. Las bacterias quedan pegadas en las paredes de piedra, haciendo nido en el musgo y en la hierba, y nunca falta además la visita de una víbora y de algún animal depredador en un lugar abierto.

¿Por qué naciste en ese lugar? Ni el calor despedido de los animales, la mula y el buey, ni la hoguera que encendió José, apaciguaban el rabioso frío, mientras en las casas, sobre todo el palacio del rey, un calorcito rico acogía el nacimiento de un niño como lo manda la naturaleza y su ley. ¿Y por cierto, si ese niño era el Dios con nosotros, por qué el Señor no se tomó el castillo de Herodes y puso sirvientes y guardias, las mejores condiciones para que naciera allí semejante Rey?

El niño Jesús, por miedo a ser asesinado, fue llevado por sus padres como refugiado a Egipto, donde vivió pobre y marginado en un ghetto judío. Allí fue despreciado por los egipcios como niño de país atrasado. Y luego su infancia y juventud viviendo como artesanos pobres de la carpintería en casa sencilla de campesinos en Nazaret. Nunca tuvo palacios, ni sobraba el dinero, ni hubo indicios de prosperidad como tanto la proclaman algunos, como indicio de que Dios está con uno.

Jesús nació en una cueva para identificarse con los más pobres, los despreciados de siempre, los que no tienen “donde reclinar su cabeza”. Esos, los desamparados, que son millones y millones, que no reciben ni las migajas que caen de la mesa de los que tienen. Nació y vivió pobre para identificarse con los miserables, y hacerles que ver que no están solos. Que todo sufrimiento de ellos es el suyo, y que no quedará sin consuelo y alivio. Y que la verdadera prosperidad es vivir en santidad, amando sin esperar recompensa, y de Dios esperando su misericordia y providencia. Y que medir en uno la presencia de Dios por el dinero que se tiene va en contra del Evangelio. Nació pobre para decirnos que la dignidad no depende la cuna donde se nazca.

Monseñor Romulo Emiliani c.m.f.

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