Hemos tenido en América caudillos a caudales, algunos dieron bonanza, otros en cambio metralla. Caudillos de pacotilla, disfrazados de generales, héroes de mentirillas cargados de medallas, rodeados de vividores, hartones comensales de los bienes del pueblo, serviles canallas que adularon con sus cuentos a esos farsantes, y entre ellos curas que bendijeron sus patrañas.
También los ha habido, caudillos civiles con saco y corbata, con aires de sabios, pícaros que dicen aman al pueblo, que con arte de demagogos sedujeron a las masas y actuaron con aspecto de patricios intachables, cuando detrás de su teatro montado amasaban fortunas que depositaban en bancos de otros lares. También repartían en nombre de la paz a mansalva a sus opositores, cantidad de cárcel y bastante bala.
Los unos y los otros, ayer y hoy, siguen engañando a la gente con propaganda atractivamente preparada, presentando hechos complacientes que confunden a las mentes de pueblos iletrados que tonta e ingenuamente las historietas de fantasías con ansias se hartan. Porque hoy siguen, con otro estilo, certeramente llevando a los pueblos a su propia muerte política y económicamente, oprimiendo libertades, sepultando la justicia y asfixiando sus bondades.
Pero oigan, hemos tenido caudillos ejemplares: Bolívar el liberador, San Martín, Sucre, Santander, Hidalgo, Morazán, Martí, que por la patria Grande lucharon. Victoriano Lorenzo, Juan Santamaría, José Cecilio del Valle, Emiliano Zapata sentían el dolor de ver a su gente por tiranos herida y al igual que Tomás Ruiz y Manuel Amador Guerrero, vivieron el ideal de dar la libertad removiendo el hierro del yugo de la opresión que sus pueblos sufrían.
Pero hoy necesitamos hombres y mujeres estadistas, preparados en la ciencia y curtidos en la política, decentes y patriotas, insobornables y capaces, rodeados de gente competente, emprendiendo la cruzada de defender al pueblo de aves rapaces que por siglos depredaron sus bienes, consumiendo lo que a su paso encontraban como ratas voraces.
Ya no es tiempo de caudillos con estilo de monarcas, sino de hombres y mujeres que congreguen a los pueblos en torno a ideales y programas viables de gobierno, que promuevan educación y empleo que amplíen las arcas, producción y servicios públicos modelos de desarrollo, para hacer de nuestra América el continente de la bonanza. Necesitamos líderes auténticos que nos llenen de esperanza.
Fuente: Libro CLAMOR ENTRE LLAMAS
Autor: Monseñor Romulo Emiliani c.m.f.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario