viernes, 29 de septiembre de 2017

COMUNICACIÓN DE ALMAS


EL SER HUMANO ES UN ESPÍRITU ENCARNADO, una realidad esencialmente personal, irrepetible, única, hecha a imagen y semejanza de Dios.  Es por lo tanto algo más que un cuerpo. Podríamos decir que el alma es lo más interior del hombre, lo que lo define como tal, el centro vital  donde reside  todo lo humano: emociones, sentimientos, razón e ideas, ilusiones, aspiraciones, miedos y sobre todo la inclinación, aspiración, tendencia a buscar la plenitud espiritual, el encuentro y unión con Dios.  No podemos separar en esta vida al alma del cuerpo; forman una sola realidad.
EL ALMA ES INVISIBLE, tal y como son los pensamientos, los sentimientos y emociones; nadie puede tocar el amor o el odio, la fe y sus creencias, los ideales y valores pero existen. Y el mundo se mueve por las ideas, ideales y sentimientos de los seres humanos, sobre todo de los que son líderes en cualquier campo de la vida. Podríamos decir metafóricamente que el mundo se divide en capas: una material, formada por todo lo que es visible, una mental – emocional, donde se mueve todo lo que son las relaciones humanas y otra espiritual, donde se está en contacto con Dios y con los demás desde la experiencia divina. Nosotros estamos en las tres capas o niveles de la existencia; tenemos que comer y descansar, trabajar lo material para transformarlo en bienes; nos comunicamos a base de ideas y emociones y aspiramos a tener contacto profundo con lo Divino, con Dios tal y como lo conocemos.
LA GRAN TRAGEDIA NUESTRA consiste en olvidarnos de la existencia del alma, de “ese yo interior” que tiene que ser alimentado, cultivado, perfeccionado diariamente.  Aumentan los salones de belleza y los gimnasios y pareciera se está dando un “culto idolátrico” al cuerpo, casi divinizando la materia. En cuanto a las emociones alteradas, aunque se extiende el uso de terapias psicológicas, lo que busca mucha gente es calmarse con el consumo de licor y drogas.  Podríamos decir que se da una atención desproporcionada al cuerpo y emociones,  pero qué poca  energía damos al esmero y cuidado que debemos tener con el alma.
¿CÓMO CUIDAR EL ALMA? 1. Reconociendo su existencia.  Es el núcleo vital nuestro. Es inmortal por naturaleza. Recordemos que al morir nuestra alma inmediatamente asistirá al juicio personal que decidirá nuestra salvación o condenación. 2. Ella se embellece con buenos y santos deseos y pensamientos; con la oración, que implica peticiones de perdón e intercesión y actos de alabanza y acción de gracias al Señor; con la continua lectura de la Palabra; con la asistencia frecuente a los sacramentos, sobre todo la Eucaristía; con actos de amor continuos, inclusive de perdón por las ofensas; reconciliándonos con quienes hemos tenido conflictos; buscando la humildad y la sencillez en todo; procurando mantener vínculos con personas que vivan el misterio de Dios en sus vidas.. 3. En el alma se refleja claramente que somos hechos a imagen y semejanza de Dios; pero por los pecados se pierde la conciencia de su existencia y su extremo valor. Debemos estar constantemente purificando nuestras almas.  
SI NO HAY COMUNICACIÓN DE ALMAS fracasa cualquier relación personal, conyugal, familiar, comunitaria. Si no hay conexión vital de almas, donde fluyan sentimientos, emociones, ideas y sobre todo, la vida espiritual que tiene cada persona, la relación humana se va diluyendo y se sostendrá solamente por intereses de conveniencia,  quedando pendiente de un hilo para destruirse.
Esta comunicación exige atención mutua, escucha, comprensión, sinceridad, silencio, contemplación del misterio personal que hay en el otro.  Las almas tienen que verse a nivel del espíritu y saber que están tratando con un misterio personal de una hondura casi ilimitada, porque se sustenta en Dios, por lo que en cada alma hay sabiduría, misericordia, amor, fortaleza, paz, en grados insospechados.  Lo que pasa es que si uno no se ve a sí mismo de esa manera, no podrá ver en el otro esos rasgos.
EN EL CONTACTO PROFUNDO DE ALMA CON ALMA hay como un “nacimiento” de uno en el otro y un “vivir en el otro” y viceversa.  Hay una estadía espiritual sintiendo mutuamente la presencia personal, llenando y complementándose ambos. Eso enriquece notablemente a la persona.  Eso se da en diferentes grados: en la amistad, en la relación conyugal auténtica, en la relación padres – hijos, en la vida comunitaria cristiana. Pero sobre todo en relación con el Señor, donde de una manera mucho más sublime, nuestra alma queda compenetrada con el Padre en Cristo Jesús y uno vive en Él y Él en uno, en una creciente comunicación y comunión. Y con Dios usted es invencible.  

Monseñor Rómulo Emiliani c.m.f.

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