martes, 14 de marzo de 2023

LAS TORTURAS EN EL PRESENTE.

En todas las culturas con tendencias bélicas han existido las torturas, como una forma de castigar al enemigo y sacarle información. Es una manera cruel de matar lentamente a alguien, sea dejándolo morir de hambre y sed, atarlo a un palo y que se lo coman lentamente alimañas y animales salvajes, o echarle agua hirviendo, o la clásica gota de agua en la cabeza. Colgarlo por los pies o por las manos, sacarle las uñas o la piel, o golpearlo hasta dejarlo muerto. El ser humano puede convertirse en un monstruo despiadado y dar rienda suelta a su sadismo, con el argumento de que el enemigo no merece vivir, aplicar un mal concepto de la justicia, o por revanchismo, fanatismo, y hasta en nombre de Dios.

Modernamente los regímenes de izquierda y de derecha han usado la tortura para aplacar a los dirigentes sociales o caudillos de levantamientos populares. Las dictaduras se han especializado en el uso de torturas. Escogen a sus hombres más enfermos mentales para realizarlas. Suelen hacerse en lugares no conocidos y sin registro de documentos oficiales. La cuestión es hacer sufrir, vencer la voluntad de los apresados, crear desesperación, quitar energía hasta eliminar a los adversarios. En ocasiones se hace desaparecer a las víctimas. En eso son tan parecidos los regímenes extremistas fanáticos de izquierda y de derecha.

Pero hay torturas más sutiles pero igualmente perversas. La que realiza el cónyuge con su pareja a nivel de palabras hirientes, desprecios continuos haciéndole el vacío al otro hasta hacerlo sentir que no vale nada. O los padres que desde pequeños atormentan a sus hijos con sus gritos y palabras ofensivas, o inclusive golpes. Los amigos en la escuela que se burlan de compañeros que tienen algún defecto o son más débiles que ellos.

Pero también es tortura colectiva e igualmente destructiva un sistema económico que excluya a los más pobres, o políticos gobernantes que en clara y contundente corrupción provoquen con sus robos el empobrecimiento de sus pueblos. Son formas de torturas, sacándole la piel colectiva al cuerpo social, las de los grupos de poder que roban a sus pueblos bajo el manto de la impunidad. Se tortura a los que no piensan como los que mandan, sea impidiendo el libre ejercicio de la libertad de expresión, o imponiendo represalias a los adversarios políticos dañando su fama o arruinándolos económicamente, inclusive metiendo a la cárcel a los opositores.

La tortura se la puede infligir uno a sí mismo, castigándose por errores cometidos, por causa de un complejo de culpa y así pagar el pecado o la falta realizada. Conclusión; toda tortura ofende a nuestro Señor, destruye a su víctima y va en contra de los derechos humanos más elementales.

Monseñor Romulo Emiliani c.m.f.

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