domingo, 7 de enero de 2018

EL PODER DE CREER...


Creer vivamente es una de las fuerzas más sanas y una de las prácticas más notables y permanentes de la humanidad. La fe en Dios, en la vida y en uno mismo, conjuntamente con el deseo vehemente de triunfar, despiertan las facultades dormidas y convierten al ser humano en una fuerza positiva e histórica. La fe es la base de las razones más profundas del existir, para el encuentro con Dios y también para realizar obras grandes e importantes.
El poder de la fe es realmente impresionante. Las convicciones más profundas de la humanidad en cuanto a lo divino, en todos los credos, están centradas en el poder de creer, o sea la fe. Si existe verdaderamente una fe o creencia intensa, se podrá avanzar persistentemente hasta alcanzar una meta.
Todo aquel que en verdad crea en algo fuertemente, encontrará la manera de realizarlo. Si usted usa su poder de creer, su triunfo está asegurado y obtendrá de la vida cuanto quiera de noble y bueno, a pesar de los obstáculos que se presenten. El poder que da la fe capacitará para ser, hacer o tener lo que quiera de todas las cosas buenas, nobles, santas y virtuosas que Dios le ha preparado y destinado. Sin el poder de creer, usted está condenado al fracaso.
La palabra de Dios, manifestada a través de las Sagradas Escrituras, rebosa de este poder de creer. De hecho, el poder de creer intensamente es la base de todas las grandes religiones. Estúdielas y hallará que ciertamente lo trascendente y la divinidad de un solo Dios las une a todas. Mas también tienen en común el poder de confiar firme e intensamente en Dios, en el amor, en lo bueno y que todo es posible con la ayuda del poder de Dios. A lo largo de la historia de la humanidad, la importancia de creer ha sido proclamada por todas las grandes religiones y también los grandes pensadores, filósofos y sociólogos.
Dice la Palabra de Dios que como piense un hombre en su corazón o como crea ardientemente, así será. Dice, también, que todas las cosas son posibles para el que cree. Esta es una afirmación enérgica que proviene de Dios, nuestro Señor, quien es la fuente más confiable y verdadera que existe.
El hombre y la mujer de fe actúan en base al amor a Dios, a la patria y al trabajo. Esa es la razón de su éxito. Los pueblos que han resurgido de catástrofes y destrucción, lo han hecho con la ayuda de personas que supieron darles motivación, mística e inspiración y que aprendieron a desterrar la vagancia y el egoísmo, reconociendo que el tiempo es oro. Los pueblos auténticos se han comprometido históricamente a trabajar para que sus hijos y nietos tengan un mañana mejor. Fueron y son pueblos con ilusiones y grandes metas, pero sobre todo, con fe en un futuro mejor.
Todo los que somos en este momento es el resultado de lo que pensamos, creemos firmemente y luego nos proponemos realizar en nuestras vidas. Todo lo que usted es, llegó a serlo porque creyó. Esa es la clave para ser lo que usted quiera: crea intensa y profundamente, convénzase que es posible y entréguese de corazón a su realización. Está demostrado que lo que en verdad concebimos y creemos de bueno, profundo y noble a nivel mental, lo podemos realizar, si en verdad lo creemos vehementemente.
Usted es mejor de lo que piensa que es y de lo que ha sido hasta ahora. Es como una mina de oro temporalmente cubierta de palos, fango y hierba. Si cultiva una actitud mental positiva, tendrá más madurez para comprender y enfrentar crisis y necesidades que se presenten. Mientras más problemas enfrenta, más fortaleza desarrollará; a más obstáculos, resurgen más sus valores profundos internos. Dios quiere que sea valiente y decidido.
El Señor lo ha creado para realizar cosas maravillosas. Queremos ayudarle a usar su poder inmenso de creer para lograr esto y ser feliz en la vida. La Palabra de Dios está llena de este mensaje: ¡Crea y será posible! Crea profundamente en el poder de Dios y en que podrá realizar todas las cosas que Dios le ha destinado. ¡Crea intensamente y realice cosas maravillosas, porque CON DIOS, USTED ES INVENCIBLE!


Monseñor Rómulo Emiliani, c.m.f.

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