La Palabra de Dios nos habla del perdón como la acción necesaria para poder vencer el odio y acercarnos más a las demás personas y a Dios. Para experimentar el perdón, hay que perdonar a los demás.
Quizás alguien lo ha ofendido y usted no ha logrado olvidar e, incluso, guarda rencor hacia esa persona. Perdonar no es fácil. Cuando alguien nos ofende, tenemos la tendencia de devolverle con la misma moneda: ojo por ojo y diente por diente, al mal con el mismo mal. Hay que comprender que al hacer daño a otra persona, uno se hace más daño a sí mismo. La venganza puede llegar a convertirse en un mal hábito. El odio surge fácilmente como una reacción a las ofensas y envenena nuestra alma. Lewis Smith dice: "El odio es un cáncer que ahoga nuestra alegría." Por otro lado, la venganza jamás logra un empate. Ghandi dijo: "Si nos guiáramos por la justicia basada en ojo por ojo y diente por diente, la humanidad acabaría sin ojos y sin dientes."
La persona que ama demuestra fortaleza. Significa que puede seguir amando, queriendo, estimando a pesar de lo que le hagan. Amar significa acercarse e identificarse más con Dios, nuestro Señor, que tiene infinita misericordia.
¿Cómo liberarnos del rencor y el resentimiento? Ante todo, debemos enfrentar el rencor. Hable de sus sentimientos con la persona que lo ofendió y trate de comprenderla. Posiblemente esa persona le pueda aclarar fácilmente lo sucedido o quizás esté enferma y su conducta sea la manifestación de un problema interno. Es necesario separar al ofensor de la ofensa. En lugar de sentir rencor hacia esa persona, permita más bien un sentimiento de comprensión o lástima. Cuando Dios nos perdona, Él sigue amándonos. Dios separa el pecado del pecador y nos sigue aceptando y perdonando, aunque rechace el pecado cometido.
Olvide el pasado y lo negativo. No fije en su memoria de forma obsesiva las cosas malas que sucedieron en el pasado. Haga un intento por olvidar lo negativo y sustituya esto por ideas del presente o hechos buenos del pasado.
No se canse de perdonar. Es difícil deshacerse del rencor y el odio. Por eso, hay que realizar el esfuerzo de perdonar. Jesús dice que perdonemos "setenta veces siete", lo que significa que hay que perdonar siempre.
Es importante aclarar que perdonar no implica permitir ofensas y atropellos. Usted tiene derecho a defender su dignidad, a que los demás entiendan que usted se respeta. Pero que esto no sea excusa para no perdonar siempre y ser feliz. Cuesta mucho liberarse del resentimiento. Por eso, necesita pedirle ayuda al Señor para perdonar y olvidar. Necesitamos la fuerza del poder de Dios para lograrlo.
Tomemos en cuenta también que algunas de las ofensas que nos hacen en realidad son verdades mal dichas o pronunciadas. Nos hará mucho bien quitar la ironía que el otro puede estar añadiendo a lo que nos dice y asimilar lo dicho. A veces necesitamos que personas nos digan nuestros defectos, pero muchas personas que están cerca de nosotros y nos quieren no nos los dicen.
En la medida en que usted madure y adquiera más fortaleza, se sentirá menos perturbado por las ofensas. Una auto-imagen positiva le dará seguridad personal y su comprensión de la naturaleza humana le permitirá entender las crisis por las que pasan las personas y el motivo de su manera de actuar. Asimile los golpes que da la vida, especialmente las ofensas, y busque la verdad que pueda haber en las manifestaciones de la persona que lo ofende. Si su fe es grande, Jesús le transmitirá fuerza espiritual para vencer cualquier ofensa, porque CON ÉL, USTED ES ¡INVENCIBLE!
Monseñor Romulo Emiliani c.m.f.
Y nosotros hemos llegado a saber y creer que Dios nos ama. Dios es amor. El que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.
ResponderBorrar1 Juan 4:16;
Siempre humildes y amables, pacientes, tolerantes unos con otros en amor.
Efesios 4:2.