Lo que le voy a decir puede resultar muy simple, pero qué efectivo es. Así como se programa una computadora, puede hacer igual con su mente, salvo que usted es más perfecto y complicado que cualquier invento tecnológico.
Pero aún así, le digo que funciona. Si simplemente al levantarse por la mañana, usted comienza a pensar en cosas buenas, a creer que será un día positivo, a repetirse frases como “El Señor es mi pastor, nada me falta. En verdes praderas me hace reposar, me conduce a fuentes tranquilas y recrea mis fuerzas”, Salmo 23,1-3, o “estoy en las manos de Dios”, o “con Dios soy invencible”, o cualquier otra frase positiva y pone música de fondo y hace un poco de ejercicio, no dando pie a escuchar tan temprano malas noticias de los medios de comunicación, usted tendrá un día mucho mejor que haciendo lo contrario. En la lectura de los Salmos, en los que son alabanzas y acciones de gracias, tiene un arsenal de frases positivas que puede ir aprendiendo. Es tan importante comenzar bien la mañana, porque determina en parte el ritmo del día. El subconsciente es un depósito que al igual que una computadora depende de los datos que usted coloque. Este misterioso espacio de nuestro yo interior no va a distinguir entre los datos buenos y malos, falsos y verdaderos, sino que obedecerá a la información que usted le dé. No coloque en sus “archivos” pensamientos de odio, pesimismo, fatalismo, morbosidad, dudas, porque al procesar la información le irá haciendo pensar durante el día en eso que recibió. Si al acostarse la noche anterior, ya usted de manera inteligente, colocó pensamientos de fe, de amor, de esperanza y visualizó su vida entregada al Señor, como viéndolo en su imaginación que lo abraza a usted, que lo recibe y que le dice, “ no te preocupes hijo mío, que estoy contigo”, y usted se siente de verdad “en manos de Dios” y al levantarse también dirige su mente a El y a repetir frases llenas de fe, le aseguro, que así como piensa, así se comportará y el día le saldrá mucho mejor. No digo con menos problemas, pero sí con una actitud de triunfador, con optimismo, con valentía, con paciencia y mucha paz.
También quiero decirle que así como los pensamientos generan las palabras, éstas generan pensamientos y tienen mucho poder. Si nuestro lenguaje es pesimista y nos reunimos con personas que continuamente dicen que: “nada se puede hacer”, que “estamos de mal en peor”, “vamos hacia un desastre y nadie nos saca de esto” y ponemos ejemplos de cosas macabras, esto condicionará nuestra mente y nos lanzará hacia una actitud derrotista y a la larga hacia una depresión. Claro que hay que ser realista y no esconder los problemas sociales y analizarlos y ver qué podemos hacer para enfrentarnos a ellos. Pero si continuamente este es nuestro lenguaje, nos convertirá en cínicos pesimistas y críticos estériles. Cuidado con nuestras conversaciones. Intentemos pronunciar frases positivas llenas de fe, infundir un estado de ánimo bueno y mantener una postura valiente de que “sí se puede” y “con Dios triunfaremos”.
Debo también insistirle que en esta cultura del “ruido”, donde todo entra por los ojos y los oídos, se nos está arrancando el gusto por el silencio, la soledad, y se nos tiene lanzados hacia fuera de nuestro ser, bebiendo de cualquier charco de aguas infectadas, desde los últimos desastres de las vidas privadas de actores y cantantes, pasando por canciones y películas indecentes, hasta el bombardeo de la publicidad en todos los medios de comunicación, que nos lanzan a un consumismo descontrolado. Hay que hacer silencio, estar solos un rato diariamente, poner nuestra mente en orden, hacer oración, buscar al Señor en lo más profundo de nuestro ser, sabiendo que con El limpiaremos nuestra alma de lo negativo y seremos invencibles.
Monseñor Romulo Emiliani c.m.f.
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