sábado, 28 de mayo de 2022

SEÑOR, ELLOS TE NECESITAN.




Señor, hay tanto drama con las parejas, matrimonios que se la pasan ofendiéndose, gritándose, dejándose de hablar, creando abismo entre dos almas y una soledad pasmosa que provoca dolor y lágrimas, llenando el ambiente de oscuridad y llanto. Hay en tantas parejas contiendas y resentimientos, frialdad e indiferencia, discusiones estériles que impregnan el hogar de tensión macabra, envenenándose ambos de ira y cólera, asfixiando las vidas inclusive de los niños, pobres creaturas inocentes que nadan por eso en un mar de desolación y espanto. Dios mío, donde hubo amor y pasión, ternura y diálogo, ahora reina la paz de los cementerios. ¡Qué drama más espantoso! Donde tú sembraste vida plena, alegría y esperanza, ahora hay tierra quemada y resquebrajada, desiertos donde caminan seres humanos muriendo de sed de amor y esperanza.


Matar el amor,  especialidad de Satanás, que provoca en las parejas incomprensión, recelos, sospechas, rencores y odios, eso es lo que se va dando en esta batalla entre el bien y el mal, donde las tinieblas quieren arrancar toda señal de vida en el hogar. Parejas que antes vivían el entusiasmo del encuentro de dos almas que se hacían una sola carne, en sintonía y completándose el uno en el otro, viven ahora la tragedia de la muerte lenta de todo lo que era vida y luminosidad, apagando el fuego del amor, terminando en cenizas como un bosque incendiado.


Señor, te pido por esas parejas, llega donde todas ellas, extiende tu mano poderosa y misericordiosa, sana las heridas, ablanda los corazones, que empiecen a perdonarse, a reconciliarse y a verse como la primera vez, con ternura y delicadeza, con atención y respeto. Que olviden las ofensas, que dialoguen con calma, que aprendan a escucharse, a meterse dentro del otro, a comprender y entenderse. Señor, que se dediquen tiempo de calidad para estar juntos y apartados de cualquier ruido, vuelvan a contemplar el alma de cada uno, y a bucear dentro del corazón del otro, y captar sus aspiraciones, miedos, dolores, angustias, esperanzas e ilusiones. Y a abrazarse el uno al otro, sintiendo la presencia del que es cónyuge, amante, compañero y amigo, porque todo eso son las parejas que se aman, mientras se acompañan en el camino de la vida, ayudándose mutuamente, esperando el final del trayecto, donde se encontrarán, cada uno en su momento, con el buen Dios, tú Señor nuestro, que los esperas con los brazos abiertos. 


Señor, Dios mío, te pido que eches fuera de las casas toda presencia del maligno, el que siembra discordia, división, pelea y busca destruir toda vida familiar. Que venza el amor en todos los hogares, amén.


Monseñor Rómulo Emiliani c.m.f.



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