miércoles, 9 de septiembre de 2020

SI, SEAMOS COMPASIVOS...



Compasión es todo un sentimiento y razón, una actitud y acto que envuelve a la persona a identificarse y sufrir lo que el otro padece. Compasión entonces significa “padecer con”, vivir el drama del otro, ponerse en sus zapatos. Es tener la sensación cierta de que el dolor del otro me ha impactado y lo he asumido como propio. Es tener esa sensibilidad a flor de piel, afectándome el drama del prójimo, o sea el más próximo, de manera que me hace preguntar: ¿y qué puedo yo hacer para aliviar su dolor? Es saber que no estamos solos en el mundo, y que la otra persona, es mi otro yo, y así toda la humanidad es mi yo extendido. Claro, cada uno es persona, original y única. Pero estamos conectados con todo lo que existe, y con cada ser humano que haya. Todos estamos en el mismo barco y vamos hacia el mismo puerto que es la vida eterna. Y todo lo que le pase al otro, de una manera u otra, repercute en mí.


El individualismo, hijo del egoísmo, es en cambio la idea de que estoy solo en el mundo, y lo único que importa soy yo. Y que no tengo que ver con nadie. Que todo gira en torno de mí, y soy lo único importante que existe. Es una fijación obsesiva en mis cosas, en todo lo que tenga que ver conmigo, no haciendo nada al menos que tenga beneficios para mí. Implica el individualismo un vivir aislado, solo, como una isla en medio del océano. Rodeado de gente, pero a la que no me importa nada, sólo sacarle todo el provecho posible. El individualismo te hace orbitar como un satélite alrededor de la tierra, considerándose alguien lejano a la realidad humana. El lema propio del individualista es el “no me importa nada lo de nadie, sólo lo mío”. Al final, este tipo de persona se convierte en un amargado triste y frustrado porque nunca amó.


Debemos tener mucho cuidado en no dejar que nuestro “corazón de carne” se convierta en un “de piedra”. Lo que quieren las tinieblas es secarnos por dentro y convertir nuestro corazón en un desierto. Que no vibremos por nada, que nos mantengamos como un metal frío e indiferente a la realidad. Y así conspirar en contra de la humanidad en nuestro radio de acción, impidiendo que las redes de solidaridad, fraternidad y amor se extiendan y logremos ir creando un mundo nuevo. Todo individualista egoísta atenta contra el Bien Común. Y cuando el individualismo se convierte en una doctrina y en una cultura, en una forma de ser en la sociedad, vienen las grandes marginaciones e injusticias.


Monseñor Rómulo Emiliani c.m.f.

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