¿Qué tal nuestro nivel de inconsciencia? Así como no recordamos que existe el movimiento de traslación y rotación de la tierra, y no nos damos cuenta de la ley de gravedad que impide salgamos volando, como tampoco que gracias a la atmósfera y el aire podemos respirar, tampoco tomamos conciencia de que el tiempo pasa y no vuelve. Y de que siguen pasando tanto las horas, minutos y segundos, días, meses y años sin parar. Y esto es grave, porque el tiempo perdido no se recupera. Es irreversible la marcha por el camino de la vida. No podemos echar para atrás. No valoramos el tiempo, nuestro gran recurso personal. Cuando ya nos damos cuenta nos han caído el peso de los años, todo nuestro organismo empieza a debilitarse, a envejecer y tantas oportunidades que tuvimos para crecer integralmente se perdieron.
Hay una inconsciencia inclusive de lo que sucede en nuestro cuerpo: hay un corazón que late siempre y envía la sangre que corre por nuestras venas y arterias. Están los riñones, pulmones, estómago, esófago, cerebro, músculos y huesos, todo funcionando para que podamos seguir viviendo. Y no cuidamos nuestro organismo físico, porque ni le damos la importancia debida, ni la atención necesaria médica, dietética, de ejercicios, de descanso. Y ese descuido, ese nivel de inconsciencia muchas veces produce enfermedades o hasta muertes prematuras.
No tomamos conciencia de los movimientos sociales, políticos y económicos que deciden nuestro destino, que cambian el curso de la historia. No captamos las fuerzas y los grupos de poder que están detrás moviendo todo a su antojo. Nuestro nivel de inconsciencia es sorprendentemente grande. No analizamos lo que sucede. No buscamos las herramientas sociológicas y políticas para captar lo que pasa. Andamos en la vida como gente hipnotizada, moviéndonos como marionetas manipulados por otros.
Tampoco tomamos conciencia de que lo que pasa en nuestro interior: mociones, inspiraciones, traumas, deseos, miedos, complejos, aspiraciones, bloqueos emocionales. No captamos nuestras profundas motivaciones para hacer las cosas. No vemos cómo va nuestra trayectoria espiritual: nuestra relación con Dios, intensidad de encuentro con el Señor, fidelidad a su voluntad, actos morales positivos y negativos. Muchas veces tampoco estamos conscientes de cómo va la relación con familiares, amigos, compañeros. Caminamos por la vida de manera muy inconsciente.
¿Cuántas veces nos preguntamos hacia dónde vamos, de dónde venimos? Si vamos por el camino correcto o el equivocado. Si estamos haciendo una contribución positiva a la marcha de la humanidad con nuestras vidas y acciones. Es muy grande nuestro nivel de inconsciencia. ¿Qué tal si cambiamos, si hacemos un alto en el camino y comenzamos a pensar, a meditar, a profundizar en tantas cosas importantes? ¿Qué tal si empezamos a ser más conscientes?
Monseñor Rómulo Emiliani c.m.f.
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