lunes, 10 de julio de 2017

PROMUEVA USTED LA VIDA




La Iglesia es el cuerpo de Cristo.  Cristo es la cabeza.  Nosotros somos ahora los brazos y las manos de Jesús, somos los pies del Maestro, somos el corazón del Señor; es decir, Él nos necesita para seguir haciendo lo que realizó en su vida terrena.   ¿Y qué hizo en su vida terrena?  Siempre fue servicial, curando enfermos, asistiendo a leprosos, revelando la Buena Nueva, combatiendo el mal.  Siempre haciendo el bien.  Él nos quiere haciendo siempre el bien.  Nos quiere también orando en oración profunda.  En los momentos que Él desee.  Nos quiere obedientes al Padre como Él fue obediente muriendo en la cruz por amor.  Él nos quiere así y también nos quiere misioneros, llevando la Palabra a todas partes.  Los obispos dicen en Santo Domingo que es la hora de los laicos; que los laicos, ustedes, deben formarse y los pastores debemos ayudar a formarlos para que ustedes evangelicen, porque son esa fuerza maravillosa de la Iglesia que tiene todavía que despertar.  Es la hora de los laicos en la Iglesia, en la cual ustedes deben asumir con valentía y responsabilidad el deber, la orden de Cristo de ir por todas partes y combatir la cultura de la muerte. 

¿Qué es la cultura de la muerte?  Es todo el ambiente nocivo que hay haciendo que la gente se involucre en el mal.  El ambiente de pornografía y de libertinaje sexual; el ambiente de intriga y de maldad; el ambiente de alcoholismo; el ambiente de drogadicción; el ambiente de inmoralidad en todos los aspectos, que está inundando a la sociedad. Cultura de la muerte...  Y ante eso, combatimos en el nombre de Jesucristo presentando la vida que es el mismo Dios.  Y haciendo de nosotros, de nuestro ambiente, de nuestras circunstancias, una cultura de la vida donde impere el respeto a la dignidad humana,  el respeto y la promoción de la justicia social, el respeto y la promoción de una sana convivencia fraterna.  De un compartir los bienes y de un hacer que todos nos miremos como hermanos.  Una cultura de la vida que respete la existencia de los que todavía no han nacido para que puedan vivir, desarrollarse y morir como Dios quiere.

Una cultura de la vida que promueva, en todos los círculos, el respeto a la ecología.  Que haya tierra para todos y que cada uno pueda ser partícipe, libremente, en las decisiones más importantes de su nación o país, en donde exista la democracia, la libertad de expresión y el derecho de cada uno a profesar la religión que quiera.  La cultura de la vida en contra de la cultura de la muerte, en donde está el narcotráfico, las dictaduras, los contrabandos de armas, los negocios de las tratas de blancas, la prostitución, la pobreza, la miseria y la desnutrición.  

Tenemos mucho que hacer.  Y usted, en su colegio, en su trabajo o en su casa, tiene que promover la vida en todo momento; promover la vida y, personalmente, luchar contra la muerte que nos ataca a cada uno en el pecado.  El pecado trae la muerte: la muerte espiritual y la muerte de otras cosas.  Hay que impedir que el pecado se haga dueño de nuestras vidas.  Tengamos una atención especial a los jóvenes.  Son muy vulnerables a la cultura de la muerte, están cayendo cada vez más en la droga; los pobres muchachos y muchachas están siendo golpeados por la cultura de la muerte.  Están desorientados, rotos su corazón y su cerebro, física y mentalmente hechos una ruina por la droga. Pobrecitos también los niños, que ahí tenemos el gran drama de la niñez: ¡en cuántos hogares los niños no viven un tremendo calvario!  Santuario de vida, llama Santo Domingo a la familia.  Santuario de vida donde crece el hombre, la mujer, el niño, la niña; donde crece espiritual e integralmente.  Santuario de vida golpeado por la cultura de la muerte. 

Hay que evangelizar, queridos hermanos.  Estamos en una nueva era en la Iglesia donde nos piden una nueva evangelización: nueva en su ardor, nueva en sus métodos.  Cada uno tiene que ser protagonista decidido en esta lucha contra la cultura de la muerte.  Definámonos a favor de Cristo, ingresemos en la lucha, en la batalla contra la cultura de la muerte a favor de la vida.  Hagamos de este mundo un mundo nuevo, porque con el poder de Dios somos ¡INVENCIBLE!


Monseñor Rómulo Emiliani, c.m.f.

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