jueves, 11 de abril de 2019

¿POR QUÉ TANTO AMOR SEÑOR?


Cómo es posible con lo mal que te hemos tratado Señor que seas tan bueno con nosotros. Desde el principio de la humanidad con Adán y Eva, Caín y Abel y con tantos crímenes e idolatrías, con tantas ofensas que te hemos hecho, y nos sigues amando, perdonando, tratando con misericordia. Tu paciencia es infinita. Sigues creyendo en nosotros con todo el daño que hemos hecho. Como humanidad en la historia hemos cometido tantos crímenes: guerras que han diezmado pueblos enteros, tanto entre naciones como internas. 

Holocaustos son muchos, acabando con etnias o creyentes de religiones diversas, y hasta en tu nombre hemos eliminado a tanta gente que no pensaba o creía como nosotros. Y luego la injusticia social tan espantosa, convirtiendo la tierra en feudos de países y grupos de élite, siendo éstos pocos y enriquecidos al máximo, dejando a mayorías en la total indigencia. Estamos arruinando el planeta tan hermoso que nos regalaste para que viviéramos. Lo estamos convirtiendo en un desierto. Los polos empiezan a derretirse y las aguas crecerán en los mares y vendrán más maremotos e inundaciones. Todo para aumentar las riquezas de naciones y grupos, que sin importarles nada el futuro del planeta, acaban con los bosques, producen en las fábricas tanto veneno que contaminan el aire que respiramos e infectan los ríos y mares.

Señor ten misericordia. No te canses de perdonarnos. Somos los asesinos de nosotros mismos, porque caminamos hacia un abismo de aniquilación colectiva, movidos por la inmoralidad, codicia, avaricia, odios y rencores, haciéndonos creer que lo malo es bueno, que lo antinatural es natural, que matar niños antes de nacer es derecho de la mujer y que tenemos el derecho de acabar con los viejos.

Señor perdónanos porque le hemos quitado desde siempre a la mujer las oportunidades de realizarse en plenitud convirtiéndola en esclava del hombre. Señor te pedimos que tengas paciencia de nosotros como humanidad, que te hemos cambiado por los ídolos del dinero, del poder y del tener.

Señor, te damos gracias porque tu respuesta la vemos en la cruz: te dejaste colgar del madero para inmolarte, pagando el precio del rescate por nuestra liberación del pecado y así salvarnos. En la cruz nos hablaste y nos hiciste ver que tu amor es infinitamente mayor que nuestros pecados. Que no habrá maldad en el mundo que te haga cambiar tu decisión de darnos nueva vida, de abrirnos las puertas del cielo. Que nos sigues amando aún y a pesar de todo. Que siempre nos das la oportunidad, mientras estemos vivos, de cambiar, de arrepentirnos, de buscarte a ti. Gracias Señor por tu sacrificio en la cruz. Amén.

Monseñor Romulo Emiliani c.m.f.

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