Tú presencia Señor está en todos lados y trasciende todo. Te encuentro en los ríos y en los bosques, en los mares y en los animales. Te encuentro en todo ser humano. Te encuentro en los que sufren en los hospitales, en las cárceles y en los manicomios. Te encuentro en los que drogados comen en los basureros y hablan solos en las calles. Te encuentro en los borrachos y en las prostitutas. Te encuentro en los mendigos y en los ricos, en los estudiados y profesionales, en los deportistas y en los campesinos. Te encuentro en los soles y en las galaxias. Te encuentro en todo el universo. Te encuentro en los que nacen y en la muerte, allá donde termina al final todo ser humano. Te encuentro en tu cuerpo que es la Iglesia toda ella. Te encuentro en los resucitados gracias a tu resurrección Señor. Te encuentro en el cielo con todos los bienaventurados.
Señor tu presencia está en todo lado. Y estás recapitulando todo, asumiéndolo para entregarlo al Padre. Estamos como emergiendo, en actitud y movimiento ascendente gracias al Espíritu, y vamos con toda la creación hacia la casa del Padre, donde nosotros, tus hermanos pequeños Cristo, seremos entregados por ti a nuestro Padre y gozaremos eternamente de la mayor dicha, contemplar a Dios y vivirlo plenamente por toda la eternidad.
Señor también tu presencia está en aquellos que dicen ser nuestros enemigos y en los que han cometido atrocidades. Si, y cómo cuesta aceptar eso. Pero no podemos negar el Evangelio, tu palabra escrita donde nos mandas a amar a los que nos han hecho daño, y perdonar setenta veces siete a quien nos ofendió. ¿Señor, cómo verte en todos ellos? Sólo gracias a tu poder, a tu gracia divina podremos amar a nuestros enemigos y perdonar a los que nos odian. Es más, bendecirlos y desearles el bien.
Señor tu presencia es real, auténtica, perfecta. Pero nuestro pobre entendimiento, nuestra limitada conciencia espiritual y nuestros pecados, nos impiden captar más claramente tu presencia en nuestras vidas. Por eso nos olvidamos tan rápidamente de ti. Caemos en la oscuridad, andamos a tientas, perturbados y desorientados. Por eso tropezamos y caemos. Señor ten piedad de nosotros.
Por eso la humanidad anda como hundida y camino al abismo. Guerras, competencia desleal económica, choque de imperios para tener más poder y dinero, injusticia social provocando millones de hambrientos y excluidos. Avanza implacable la deforestación, la contaminación de los mares y los ríos, la polución atmosférica en las grandes ciudades, el calentamiento global. Señor, y mucha gente se olvida de ti. Ten misericordia de nosotros. Danos conciencia de ti y que dejemos el mal.
Amén.
Monseñor Rómulo Emiliani c.m.f.